Oscar Vallejos, secretario adjunto de nuestro gremio, reflexiona sobre los sentidos políticos y colectivos de la lucha en la esfera de lo público
El espesor político del presente de la Argentina y de América Latina exige una escritura que vaya más allá de la glosa y de la paráfrasis de lo que pasa. Escribir al hilo de lo que sucede sin reproducirlo. Escribir para colocar lo que sucede en la esfera pública como argumento para el porvenir.
La adversidad político-económica no se enfrenta en soledad sino colectivamente. Las hegemonías temen lo colectivo y lo operan para disgregarlo. Lo colectivo, sin embargo, no es un existente, hay que producirlo y una forma histórica de su producción es la fiesta. La fiesta produce una efervescencia en la que la desconfianza mutua que había fragmentado el interés colectivo cede en función de una energía que alinea los intereses compartidos y los proyecta.
La Marcha Federal, como aquella del mes de mayo en torno de la universidad pública, produjo un sentido colectivo. El espacio público – aún con viento, frío y llovizna – se volvió festivo: la marcha (que nunca debe ser silenciosa) expresó que queremos vivir, que queremos vivir mejor, que queremos colectivamente vivir mejor. Por eso la Marcha Federal debe completarse con un momento epistémico, de hace saber, que va más allá de los discursos pronunciados por los dirigentes. Quienes participamos en la Marcha Federal, de la Marcha Federal, lo hicimos por diferentes razones y
expectativas: pero hay una certeza compartida, sólo colectivamente podremos conseguirlo. La esfera pública, recuerda Nancy Fraser, es una exigencia normativa de la democracia. Mientrassucedía la Marcha Federal, el gobierno nacional – más afín a la política de lobby – se reunía con una parte de la CGT para garantizar un pacto social adverso para nosotros, para quienes somos o bien asalariados o bien generamos una renta directa con nuestro trabajo. Los comunicadores presentaron, de manera contrastante, esa reunión como democrática argumentando que la alianza gobernante fue elegida para eso y la Marcha Federal como antidemocrática argumentando que habíamos perdido las elecciones. Los comunicadores saben que están defendiendo la alianza gobernante y no la democracia. Incluso una institución conservadora como es la Corte Suprema de Justifica, en el fallo sobre cómo se resuelve democráticamente la cuestión de las tarifas, plantea que en la democracia la ciudadanía debe participar activamente en el espacio de las razones. La Marcha Federal, como mínimo, fue eso: una participación colectiva en el espacio de las razones: hacer saber que no estamos dispuestos a soportar el ajuste. Dijimos más: que ningún dirigente sindical tiene legitimidad para acordar un pacto social adverso para nosotros; y otra cosa más: que ningún dirigente puede hacer ningún pacto sin nosotros. Fraser también recuerda que las “autoridades públicas” tienen que responder ante las demandas de la ciudadanía y garantizar que el Estado exprese esa voluntad. Por eso, la esfera pública es soberana y aquí radica su legitimidad. El sentido colectivo de la Marcha Federal es un lecho a activar para producir actos políticos en los próximos meses. La eficacia política de las organizaciones sindicales y sociales dependerá de cómo se engarcen símbolos y acciones que garanticen un sentido duradero de lo colectivo. Como lo recuerdan Marx y Engels este es uno de los desafíos más intensos de la lucha política frente a las clases dominantes.